miércoles, 13 de agosto de 2008

Un año de Diario.

El 8 de Julio salí de Treviso a Milán. De allí saldría, al día siguiente mi avión hacia Argentina. Sólo faltaba buscar la reserva, ese mismo día. Porque era un pasaje que ya tenía y le había cambiado la fecha de vuelta. Asique era tan simple como ir a retirarla. Entonces llegué a Milán al mediodía. Tenía tiempo hasta las 18hs para ir a la oficina a buscar mi reserva. Tranquilo, fui a dejar mi equipaje a lo de Giuliano, luego a almorzar. Ya hacia las 16hs me fui a las oficinas de aireuropa. Cuando estaba a tan solo 30 metros, me di cuenta que no tenía conmigo el pasaje original a modificar. Ese de hace un año atrás. Y tampoco era que me lo había olvidado. Ni siquiera lo pensé. Los pasajes de papel ya casi no existen. De todas formas, la preocupación me llegó justo ahí. Me agarré la cabeza y seguí caminando. Entré. Entonces hablé con la señorita de turno en la oficina. Todo parecía ir bien. El vuelo salía la mañana siguiente. Yo estaba anotado en él. El número de reserva era correcto. Yo era el de la foto de mi pasaporte. Pero la señorita lanzo esas horribles palabras:
- ¿El billete original?
- No lo tengo. Hace falta?
- Y... si, sino no te lo puedo cambiar.
- Ahh. Ese billete está en Treviso, nunca pensé que fuera necesario.
- Y si... es imposible sino.

Mis ojos se llenaron de estres. Ella no entendía que venía mi cumpleaños, una muestra y muchisimas cosas por hacer.
- Pero yo paguñe por este pasaje, mucho. En tu compu tenés anotada la reserva a mi nombre. Soy yo. tengo el número de reserva. Tengo mi pasaporte. Es clarisimo que soy el del vuelo de mañana, porque tengo que volar.
A todo esto había llegado como una supervisora (porque esto es un mini resumen) que dice:
- Mirá... es como que llegués a un lugar sin tu documento y que tengamos que creerte que sos esa persona.

Ahí me di cuenta que la capacidad de ejemplos y relaciones de esa mujer era realmente floja. Eso me entristeció un poco, porque no ibamos a poder tener una conversación inteligente.
Larga discusión. No podía creer lo que estaba pasando. Encima esa era la última decha para viajar del billete abierto por un año. Exactamente un año después de mi partida.
Tenía que volver a Treviso a buscarlo. Pero era imposible en terminos de horarios. En la oficina me decían que yo podía viajar sólo si presentaba ese pasaje original en el aeropuerto. Empecé a llamar a todo el mundo. Ofrecía recompensa a quien me trajiese el boleto desde treviso a milan. No quedaba mucho tiempo. Nadie podía. Todo era muy complicado. Y yo no paraba de llamar y hablar, caminando por calles que ni conocía ni me importaban. Tebía sólo un objetivo, conseguir ese billete antes de las 8 de la mañana del día siguiente. Mi avión salía a las 10.
Fueron minutos de mucho estres. Me sentaba en las veredas y volvía a caminar. Sin saber que hacer. La idea de no viajar me ponía un poco nervioso. Surge una luz surrealista y magnifica. Babak, el "director" de Fabrica debía estar a las 8 en milan para filmar un documental. En las afueras de la ciudad al igual que el aeropuerto, pero del lado opuesto... osea milan de por medio, que no es pequeño. Él estaba enfermo en su casa y debía salir tipo 4 o 5 de la mañana. Entonces me tomé el atrevimiento de llamarlo. Su voz era de muerte.... realmente estaba enfermo. Y sentí que estaba molestandolo. Mi caradurez hizo un brillante trabajo y logré tocar el corazón de este señor iraní engripado. Me dijo que me iba a ayudar, que me llevaba el pasaje al aeropuerto a eso de las ocho.
Muy bien! Pero el mínimo tránsito inesperado sería fatal.
Y así me fui a dormir. Nervioso y sin pasaje. A la mañana me pasó a buscar el taxi y fuimos con todo el equipaje pero sin el pasaje, hacia el aeropuerto. Y allí llegué, casi a las 7, por las dudas. Estaba en el aeropuerto, listo para viajar, a horas del vuelo... pero sin pasaje. Entonces desayuné, porque nada podía hacer ni acelerar. Los nervios me erizaban la piel. Mi cigarrillo se consumía en un acto de mucha ansiedad cuando de repente para un señor con su hijita de la mano. Él, en un acto de felicidad, le dice "Vamos a pasar muchos días juntos y papá no va ir a trabajar a ninguna parte". Los dos sonrieron. Yo también.
Eso fue lo que me tocó escuchar. Ellos siguieron caminando y me regalaron ese recorte. Y yo me emocioné. Minutos antes de las ocho, llegó Babak, con mi pasaje. Puro relax.
Entonces fui a hacer el check in. Le presento todo a la mujer del mostrador. ella mira el pasaje, hace sus anotaciones, mira mi pasaporte, me mira y vuelve a mirar el pasaporte. Como si el de la foto fuese un viejo con barba blanca. Entonces me vuelve a mirar y me pide que la aguarde un minuto. Yo estaba tranquilo porque sabía que estaba todo correcto. Pero esta señora empezaba a preocuparme. Pasó ese minuto que ella me había prometido, luego otro, luego 5 10, y 15. Y en estas condiciones, 15 minutos es un montón.
Finalmente no era nada y pude viajar. Primero escala en madrid. Por como 10 horas. Afortunado por tener un hermano allá, salimos a almorzar, fuimos a la pileta con los niños y luego a cenar también con Bea. Todo esto siendo un pasajero en transito. Un día estupendo. El 10 de julio, día de mi cumpleaños, llegué a Buenos Aires.

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Algo que escribí horas antes de la muestra:
Martes 29 de julio de 2008, 14:45
Bar, en San Isidro.

Hoy en un par de horas se inaugura mi muestra. La primera en Buenos Aires. Me siento confiado y tranquilo. Estoy un poco nervioso pero no tanto como podría ser. La muestra me gusta. No tengo dudas de que a todos les gustará. Vivo minutos de ansiedad. No estoy estresado. Tengo mucha confianza en lo que hago e hice. Pero quiero estar ahí. Quiero vivir cada uno de esos minutos. Presiento que irá un montón de gente, que conoceré cartas que desconozco, que me sentiré gratificado por las reacciones. Este es un evento de mucha importancia para mi. Es mi muestra, soy mis obras, yo me muestro.
Hace muchas noches vengo soñando con ella, siempre con éxito. En un par de horas empieza, en un par de horas termina. Esto ya lo sé, y trato de estar preparado. Trato también de disfrutar esta previa, que también es parte.
Tomo un capuccinno y fumo un cigarrillo, y sonrío. Porque estoy haciendo lo que quiero. Porque esta noche hago lo que quiero.

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La llegada a buenos aires fue más movilizante de lo que imaginaba. Imposible de describir. Volver a mi antigua casa, ver al mismo kioskero, ver que las cosas cambian pero no tanto. Sentí la contención de mi familia, su presencia. Vi un montón de gente y amigos y me alegro por eso. Estar ahí me hizo dar cuenta de todo el año que pasó acá en italia, y eso fue genial. Caí. En casa estaban un poco engripados y así terminaron todos, Luca, Anita, mamá y papá, todos en cama. Yo no dejé que mi cuerpo caiga. No se lo permití. Ya hacía el final del viaje la gripe volvió a amenazarme. Los últimos días no me sentí muy bien. Pero tampoco me quize enfermar.
Y así me fui, invicto de una gripe. En el avión no hice otra cosa que estornudar y sonarme la nariz. Mi cabeza dolía. En el trayecto madrid venecia, mi oidos y la presión de las venas en sus alrededores me sofocaron del dolor. Es algo que me sucede cada tanto en los aterrizajes y es verdaderamente horrible. No sé bien a qué se debe.
Llegué a treviso. Y fui, sin oidos, a lo de Gustavo, donde me esperaba Siemens.
Tenía muchas ganas de verlo. Me hacía falta. Abrimos la puerta, dejé las valijas y fui hacia donde él estaba. Me miró y se dió la vuelta, como si no le importase.
Entonces dije su nombre, me volvió a mirar y volvió a darse vuelta. Entendí que estaba un poco enojado. Eso también me explicó gustavo.
Traté de hablarle un rato, le dije que esa noche ibamos a dormir juntos otra vez. Me dijo que no fuese tan rápido. Que quizás mañana. Que ahora yo tenía que entenderlo a él.
Asique así fue. Esa noche, mi malestar y yo dormimos sólos. Al día siguiente me di cuenta gracias a ese termometro que alguna vez me compró mi madre, que ese malestar eran 39 grados de fiebre, cosa que no tengo desde mis 17 años. Por eso era que no tenía ni energía y que dormí con frazada una noche de 25 grados de verano. Siemens vino acompañado por Gustavo ese día. No quizo hablarme en todo el día. No se apiadó de mi enfermedad. A la noche, reiteradas veces le dije que venga a hacerme compañia pero nada. Tipo 7 de la mañana, sin decir nada se acercó y se acostó en mi cama, apoyando su cabeza sobre mi panza. A los pocos segundos yo giré para poder abrazarlo. Él se vio obligado a moverse levemente. Me miró reácido y me dijo "cuando yo encuentro una posición cómoda, vos no te tenés que mover". Me miró a los ojos, me miró el bigote y volvió a los ojos. Y luego se fue, otra vez al balcón. Entendí que Siemens es un tipo rudo, pero sensible. Y entiendo su enojo. Lentamente se le está pasando. Yo, gracias a unas poderosas medicinas ya estoy mejor. La fiebre bajó notablemente hasta 37 o 37 y medio, lo cual es una pavada al lado de los temibles 39.
Y aquí me quedo, feliz en mi casa. Con mi amado gato, que aun ofendido es el mejor gato del mundo.


Y acá algunas fotos del último día en bs as. Con las hermosas Clara y Manuela.