martes, 15 de enero de 2008

Siemens no tiene huevos

A partir del fin de semana anterior Siemens dejó atrás su masculinidad más visible y empezó un vida un poco más castrada.
Siempre duerme en mi cama. Esa noche, bastante ofendido porque yo tenía mis testiculos y él no, decidió dormir en el sillón del living, solo. El domingo hablamos y ahora está más tranquilo.



miércoles, 2 de enero de 2008

Paris

Luego de un poco de demora con el avión y algunas breves turbulencias llegué al aeropuerto de Beauvais. Un bus nos llevó a todos durante una hora hasta la ciudad de Paris. Mi amiga Fleur me esperaba. Bajamos las escaleras del metro y combinamos más tarde para llegar hasta nuestra estación. Una de ellas se llamaba Argentine. Los franceses definen a su ciudad como el queso gruyere, por la cantidad de agujeros para metro que hay en la tierra. El cansancio nos derrivó a una veloz cena para entonces poder "dormir". El día siguiente paseamos, todo el día. Catedrales, bares y paninis.
Parecía que eran todos extranjeros por su diversidad. Pero casi todos hablaban frances. Entonces me di cuenta de que la gente en paris es diversa, es una ciudad cosmpolita. Si bien es lo más cliché del mundo es una verdad casi irrefutable: los franceses hablan la lengua más seductora del mundo. La voz femenina que anuncia las estaciones de metro es de lo más hot.
Paris es una ciudad grande, una ciudad de verdad. La gente se mueve. Los pobres se arrastran pidiendo algo. Algún vagabundo te pide un cigarrillo. Alguna señorita escribe sola en un café. Alguien te pide que le saques una foto. Sin querer alguien te pisa un pie en el metro. Alguno que otro anda en rollers y otros en bici.
Paris es una ciudad bastante cara. Hasta ahora lo más caro que vi (sé que londres lo es más).
Al día siguiente nos encontramos con mis amigos Antoine y Antoine, quienes conocí en argentina un tiempo atrás. Tomamos y comimos algo, y yo los volvería a ver en dos días cuando cambie de hogar. Esa noche fuimos a la zona Momart. La zona de los artistas. Es como el san telmo de paris. El aire navidense lo hacía feliz. Los bares son bastante pintorescos, y en general todo es bastante paquete. Tomamos una coca en donde hace muchos años lo hicieron las prostitutas de parís. Vimos una catedral bastante grande y toda la ciudad desde arriba.
El 24 fuimos a la torre Eiffel. SI bien no me partió el corazón de emoción, puedo decir que es bastante bonita. No subí hasta arriba igual. Miiles de jovenes ilegales vendiendo mini torrecitas eiffel, miles de turistas, todo un negocio.
Caminamos hasta el arco del triunfo con un cappuccino y un sandwitch intermedio. Luego lo hicimos por la avenida Champs Elise. Todos los árboles de la gorda avenida estaban decorados con lucesitas navideñas. Si bien era un poco kitsch, resultaba tierno y agradable ver la escena. Claro que mejor ni pensar en conciencia de energía, menos cuando miré la torré eiffel de lejos y vi que en cada metro había una lamparita.
Como a la noche era navidad paramos en un supermercado a comprar algo para cocinar. Gente de todo el mundo hizo mi más fastidiosa experiencia comprando algo.
Comimos rico y charlamos interesante. Una navidad distinta. Super.
El 25 cambié de lugar. Me fui, coom tenía previsto, con mis amigos Antoine y Antoine. Uno de ellos me alojó en su casa. Empezaba la segunda parte del viaje. Definitivamente la mejor. En su casa me recibieron con cariño y hasta regalos. El padre me contó todas sus historias de alpinismo y me mostró sus libros de pintura mientras yo tomaba un té en su sillón.
El 26 fui al louvre. Un museo gigante. Uno de mis más esperados. No superó en emoción al uffizi de florencia, pero fue mucho también. Creo que es tan grande que por momentos pierde sabor. Pero descubrí muchas cosas. Descubrí que me gustan cosas que antes no me gustaban. Descubrí que hay pinturas más chicas de lo que me imaginaba y viceversa. Descubrí que leonardo era una persona tremendamente oscura, más que la sensación que me habían dado los libros. Me aseguré de lo molestos que son los turistas. Descubrí que me es imposible no enamorarme en los museos, incluso de las chicas a las que no les hablo. Y a la vez descubrí que quiero enamorarme alguna vez en un museo. Reafirmé que quiero estar en un museo. Y que si estoy condenado a estar el resto de mi vida en un solo lugar lo haría en un museo. Descubrí que siempre que estoy en un museo voy al baño. Descubrí muchas cosas en este museo, y observé a casi toda la gente que miré.
Más tarde me encontré en la ciudad con los dos Antoines y fuimos por algo para comer y luego a un bar.
Al día siguiente almorzamos en lo del otro Antoine. Otra vez me recibieron con una agradable calidez que me hizo sentir tan cómodo que me sentía incómodo.
A la tarde un té con más gente en parís (ellos viven apenas en las afueras). Luego pizza y luego alquiler de bicicletas para andar por la ciudad. Estuvo buenisimo. Más tarde tomamos algo en un bar y luego volvimos a andar. El par de antoines hicieron de la segunda parte del viaje algo muy divertido.
El 28 paseé (*o "pasié"?*) un poco solo por la ciudad y luego ya me fui al aeropuerto.
Mientras esperaba que abran las puertas para abordar jugaba haciendo morisquetas con unos niños franceses. Con el lenguaje de la risa y los gestos tuvimos un largo y gracioso diálogo. Luego de preguntarme mi nombre y mi edad con un italiano muy básico, uno de los niños de siete años me dijo: "Tu sei magico" (sos mágico). Memorable.

No creo que pase mucho tiempo antes de que vuelva a visitar paris. Quedaron muchas cosas sin ver.